Un hombre carga un coche eléctrico en una bahía de servicio de alquiler de coches eléctricos en Liuzhou, provincia de Guangxi, 31 de julio de 2017. [Foto/VCG]
El desarrollo del sector de las energías renovables tiene que impulsar el crecimiento económico y, al mismo tiempo, hacer frente al cambio climático. La manera de lograr un delicado equilibrio entre ambas plantea un desafío a muchos países. El largo ciclo y los altos costos de los proyectos de energía renovable, junto con la falta de tecnologías maduras, han creado obstáculos para que algunos países promuevan la transición de los combustibles fósiles a las fuentes de energía renovables.
El floreciente sector de las energías nuevas y renovables de China puede atribuirse en gran medida a su visión a largo plazo. Incorporó la construcción de una civilización ecológica como parte importante del 13º Plan Quinquenal (2016-20), y ha hecho esfuerzos continuos para avanzar por una senda de desarrollo verde, bajo en carbono y sostenible.
Según un informe publicado recientemente por la Agencia Internacional de Energía, el sector fotovoltaico mundial experimentó un aumento de capacidad del 50 por ciento en 2016, la mitad del cual fue aportado por China, y más del 40 por ciento de la capacidad de energía mundial recientemente aumentada alimentada por energía renovable proviene de China.
China es ahora el mayor productor, consumidor e inversor de energía renovable del mundo, y el mayor productor y consumidor de vehículos de energía nueva.
También ocupa el primer lugar en términos de la escala instalada de generación de energía hidroeléctrica, eólica y solar, y la escala de la construcción de instalaciones de energía nuclear en curso.
El desarrollo ecológico ha aportado a China dividendos económicos tangibles. Según la Agencia Internacional de Energías Renovables, el sector de la energía limpia ha creado 3,5 millones de puestos de trabajo para China, y su nueva inversión en el campo alcanzará los 2,5 billones de yuanes ( $376,81 mil millones) para 2020 y creará aproximadamente 10 millones de puestos de trabajo.
Con sus propias prácticas, China ha demostrado al mundo que el desarrollo económico y el control de las emisiones de carbono son compatibles.